El empleo del candil de aceite era bastante general, y en muchas casas se colgaba de la repisa que forma el borde de la campana de la chimenea, de la candilera o de la espetera en la cocina; siempre preparado para alumbrar cuando oscureciera, pues ya se sabe: «Azadón de noche y candil de día, tontería
Se decía. Una vieja y un candil, la perdición de una casa. la vieja por lo que gruñe, y el candil por lo que gasta. El sentido del ahorro llegaba hasta el punto de que se apagaban el candil para no gastar aceite, y con el fuego de la lumbre veían.
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