Una noche fría de invierno
El ladrido de los perros en las noches frías de invierno: El aire Cierzo que con su fuerza tiraba algún poste de la luz y se quedaba el pueblo a oscuras, esto pasaba muy a menudo, pues había un tendido eléctrico vetusto cuyos alambres silban incesantemente
en la oscuridad era el momento de coger el candil o la vela para sustituir a la luz eléctrica. El electricista o empleado de conservar la línea Tenia que salir a buscar la avería a veces nevando con medio metro de nieve y helando a canto seco y con un viento que cortaba el cutis. A veces estábamos hasta tres días sin luz y para nosotros era muy molesto pero para el electricista era una tragedia, pues tenia que ir por donde iba la línea de un poste a otro a campo travies de noche y andando y con un farol de aceite
se les calaban las botas y se les congelaban los pies. Esta precariedad nos indica la austeridad y penuria de sus habitantes de encallecidas manos agrietadas por el trabajo tan duro del campo y sobre todo de ir a la remolacha en el invierno se sacaba en los Santos y todo el invierno escamochando, se quitaba la nieve de los montones con la mano y de rodillas encima de las hojas escamochando, te quedabas tiesa como un churro, Las caras curtidas y llenas de arrugas, creo que había que ser mas duras que el hierro, soportando los arados los trillos y toda una retahíla de aperos agrícolas sufrimientos vividos superados siempre por poder salir adelante, todo esto lo he vivido yo en mi niñez y mi juventud. Una yunta o dos de mulas portando arreos serones alforjas. Todo esto se ha extinguido gracias a dios. La dalla o guadaña segando los alfalfes con su ruido armonioso al cortar pero duro para el trabajador. Ala vuelta a casa
Cada día al anochecer les esperaba el hogar con buena lumbre para calentarse del frió y con la conformidad del deber cumplido, pues bien decían, tengo pan en casa, vino en la bodega, y la mejor muchacha que hay en estas tierras, por las mañanas despertaban con el grito ronco de un gallo madrugador y pregonero, y percibían las mañanas de escarchas y hielo el viento y en verano el bochorno y sobre todo envejecer sobre peñascales tomillos espliegos que nos donan su aroma con la naturaleza.
El ladrido de los perros en las noches frías de invierno: El aire Cierzo que con su fuerza tiraba algún poste de la luz y se quedaba el pueblo a oscuras, esto pasaba muy a menudo, pues había un tendido eléctrico vetusto cuyos alambres silban incesantemente
en la oscuridad era el momento de coger el candil o la vela para sustituir a la luz eléctrica. El electricista o empleado de conservar la línea Tenia que salir a buscar la avería a veces nevando con medio metro de nieve y helando a canto seco y con un viento que cortaba el cutis. A veces estábamos hasta tres días sin luz y para nosotros era muy molesto pero para el electricista era una tragedia, pues tenia que ir por donde iba la línea de un poste a otro a campo travies de noche y andando y con un farol de aceite
se les calaban las botas y se les congelaban los pies. Esta precariedad nos indica la austeridad y penuria de sus habitantes de encallecidas manos agrietadas por el trabajo tan duro del campo y sobre todo de ir a la remolacha en el invierno se sacaba en los Santos y todo el invierno escamochando, se quitaba la nieve de los montones con la mano y de rodillas encima de las hojas escamochando, te quedabas tiesa como un churro, Las caras curtidas y llenas de arrugas, creo que había que ser mas duras que el hierro, soportando los arados los trillos y toda una retahíla de aperos agrícolas sufrimientos vividos superados siempre por poder salir adelante, todo esto lo he vivido yo en mi niñez y mi juventud. Una yunta o dos de mulas portando arreos serones alforjas. Todo esto se ha extinguido gracias a dios. La dalla o guadaña segando los alfalfes con su ruido armonioso al cortar pero duro para el trabajador. Ala vuelta a casa
Cada día al anochecer les esperaba el hogar con buena lumbre para calentarse del frió y con la conformidad del deber cumplido, pues bien decían, tengo pan en casa, vino en la bodega, y la mejor muchacha que hay en estas tierras, por las mañanas despertaban con el grito ronco de un gallo madrugador y pregonero, y percibían las mañanas de escarchas y hielo el viento y en verano el bochorno y sobre todo envejecer sobre peñascales tomillos espliegos que nos donan su aroma con la naturaleza.
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