Los Pueblos:
“Por que estaban todos en alto”, es lógico que para que no se los llevara la riada y también para defenderse mejor de las guerras con sus murallas y sus torres para vigilar y dominar el territorio. En todos los pueblos tenían un rió un par de fuentes, una dehesa, un monte, y las vistas de un par de sierras. Vivían de la agricultura, cuidaban la ganadería el pastor con su garrote, su zurrón, y su mugrienta chaqueta, y haciendo noche en verano y los balidos de algún corderillo rezagado buscando encontrar a su madre.
Hubo un tiempo en que la justicia encerraba a los maleantes, y saludaba con respeto a los hombres de bien, un tiempo en que las armas servían a los justos guardando los caminos las Villas, las propiedades y las vidas. Por supuesto que también había aventureros comerciantes pendencieros y gente de mal vivir que cometían delitos en un pueblo indefenso. Que podrían hacer la gente que trabajaban sus tierras cuidaban la ganadería y ganaban su pan y su techo honradamente para defenderse de esos maleantes en un mundo que estaba menos poblado que ahora, la máxima velocidad que podía alcanzar un Soriano de entonces era la que se podía alcanzar a caballo al galope.
Esa circunstancia moderaba bastante el ansia viajera de cualquier espíritu libre, las personas Vivían recluidas en una porción del universo, que comprendía el pueblo propio y el pueblo vecino y poco más.
Por esto le dieron forma muy visible al Rollo de la Picota: para ahuyentar a los Malhechores y maleantes. Estos llegaban a un pueblo se encontraban con el rollo y piensa, “será mejor que no me detenga en esta Villa” y se marcha corriendo y pensando
“unos segundos retorciéndose un breve espasmo y adiós”.
“Por que estaban todos en alto”, es lógico que para que no se los llevara la riada y también para defenderse mejor de las guerras con sus murallas y sus torres para vigilar y dominar el territorio. En todos los pueblos tenían un rió un par de fuentes, una dehesa, un monte, y las vistas de un par de sierras. Vivían de la agricultura, cuidaban la ganadería el pastor con su garrote, su zurrón, y su mugrienta chaqueta, y haciendo noche en verano y los balidos de algún corderillo rezagado buscando encontrar a su madre.
Hubo un tiempo en que la justicia encerraba a los maleantes, y saludaba con respeto a los hombres de bien, un tiempo en que las armas servían a los justos guardando los caminos las Villas, las propiedades y las vidas. Por supuesto que también había aventureros comerciantes pendencieros y gente de mal vivir que cometían delitos en un pueblo indefenso. Que podrían hacer la gente que trabajaban sus tierras cuidaban la ganadería y ganaban su pan y su techo honradamente para defenderse de esos maleantes en un mundo que estaba menos poblado que ahora, la máxima velocidad que podía alcanzar un Soriano de entonces era la que se podía alcanzar a caballo al galope.
Esa circunstancia moderaba bastante el ansia viajera de cualquier espíritu libre, las personas Vivían recluidas en una porción del universo, que comprendía el pueblo propio y el pueblo vecino y poco más.
Por esto le dieron forma muy visible al Rollo de la Picota: para ahuyentar a los Malhechores y maleantes. Estos llegaban a un pueblo se encontraban con el rollo y piensa, “será mejor que no me detenga en esta Villa” y se marcha corriendo y pensando
“unos segundos retorciéndose un breve espasmo y adiós”.
En Monteagudo de las Vicarias teniamos un rrollo de la picota en el carril pero lo dejaron undirse y las piedras las metieron en las murallas y se perdio para siempre.
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