20 de febrero de 2010

Carnavales

El Carnaval en Soria.

Los Carnavales en Monteagudo de las Vicarias: En mis tiempos de niña se celebraban sobre todo los chiquillos, "decían". A matar la vieja, todos vestidos de arapos y con semejante palo en las manos, a casa de la mujer mas vieja del pueblo. Todos pegando palos en la puerta asta que salia la buena señora y les soltaba la gallina, o sea la propina para hacer una merienda, que eso es lo que querían, que de pegarle nada de nada, las mozas se engalanaban con trajes largos y pañoletas de seda natural, salían a lucirse recorriendo el pueblo y ponían baile . y el abuelo, el tío Felipon se cargaba un zurrón con ceniza, se metía con la juventud y les echaba puñados de ceniza, esto es cierto y hace muchos años. Cuando estallo la guerra prohivieron los carnabales La primera prohibición de los Carnavales en el bando nacional data del mismo año 36 y en el 41 vuelve a redundarse en esta prohibición que duraría, con mayor o menor manga ancha, hasta la muerte de Franco Por lo demás los Carnavales son una excelente excusa para divertirse a fecha fija y con programa de mano, y eso, para quien necesite tales requisitos para expansionarse (y pareen ser legión), siempre será bienvenido.
Por contra los Carnavales, o fiestas carnavalescas, de las zonas rurales, suelen tener un sabor distinto. Sabor que, a que negarlo, me place más. De entrada son carnavales mucho más auténticos pues sí que hay una estructura eclesial contra la que rebelarse y, por otra parte, se practica, sea todo lo simbólicamente que queramos, el choteo de la autoridad.
Ejemplos bien claros de esto son las antiguas Misas Sacrílegas de Cabrejas, donde se hacía pública mofa del cura del lugar y se le remedaba en el Santo Sacrificio, a la usanza medieval de las Misas de Locos. O en La Barrosa, en trance de desaparición, de Abejar, donde el engendro bovino correteaba, entre bromas y veras, a curas, alcaldes, o comandantes de la benemérita, para regocijo de la chiquillería.Ítem más, el sentido de vida alternativa que surgía entre los jóvenes que organizaban esos días a su modo y manera, yéndose a vivir a otra casa, donde incluso pernoctaban, mezclándose en ocasiones jóvenes de uno y otro sexo, como en Romanillos de Medinaceli o Morón de Almazán. Bajo la jocosa autoridad de los llamados alcaldes de mozos, siendo en otras zonas de España obispos de mozos u obispillos. Cosa que también hacían antaño en Fuencaliente.

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