6 de marzo de 2013

Comerciante


En un pueblo de una pequeña comarca gallega, un campesino llega al almacén del pueblo en un crudo día de invierno, con una tremenda helada, y un frio que te podrías reír de Siberia.
Manolo - le dice al dueño - Quiero que me vendas una de esas bolsas de goma que se le pone agua caliente adentro para calentar la cama y tener los pies calientes.
Coño, Ramón, que mala suerte la tuya; justamente esta mañana le vendí la ultima a la María, la de la casa de Cosio.
Ramón, puteando, dijo: ¿Y que hago yo ahora con el frio que hace por la noche ?
 No te preocupes hombre, yo te prestaré mi gato.
 ¿Tu gato?
Mi gato es gordito, te lo colocas en los pies dentro de la cama y verás que calorcito que te da toda la noche. El martes volveré a tener bolsas así que vienes por una y me lo devuelves.
 Bueno, gracias Manolo.
Ramón toma el gato y se dirige a su casa.
El día siguiente se aparece Ramón con la cara desfigurada por los rasguños, en la tienda de don Manuel.
Manuel vengo a devolverte este gato de mierda y te lo puedes meter por el culo. Mira como me dejó el malparido.
Pero Ramón, ¿que pasó? si es lo más manso que hay.
¿Manso?... Un sorete, la madre que lo parió.
El embudo se lo aguantó, pero cuando empecé a echarle el agua hirviendo se puso como loco..
 

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