14 de mayo de 2017

EL BOXEADOR GITANO

Trollmanngross.jpgEsta noche en la radio he oído una historia extraordinaria que me ha impactado profundamente.
Rukeli era un joven gitano que se crío en los barrios mas pobres de Hannover y que triunfaba en el boxeo entrenado por el boxeador judío Erich Seelig y que con su sacrificio ridiculizó a los nazis.
El problema era que en la Alemania nazi no podían permitir que un gitano triunfase en el deporte. Alegaban que se movía mucho gracias a su baile rápido de piernas y a este tipo de boxeo lo calificaban de "afeminado" y nada que ver con el boxeo ario de verdad.
En 1933 con 25 años disputa el titulo nacional de peso semipesado a Adolf Witt (campeón de peso pesado) y que Trollman (así se llamaba) basado en su juego de piernas después de seis asaltos estaba a punto de derrumbar a Witt . Los jueces ordenaron parar la pelea y declararon un empate. La multitud enfurecida se reveló y declararon campeón a Trollman. Rukeli. Este lloró de felicidad en el ring y con esa excusa (pobre comportamiento y mal boxeo) le retiraron el título seis días después. La verdadera razón fue ser gitano.
Prohibieron a Trollman moverse del centro del ring y utilizar su baile o le retiraban la licencia. Rukeli tenía que perder y la raza aria ganar.
Rukeli apareció en el ring con el cuerpo cubierto de harina y el pelo teñido de rubio, en un gesto de provocación , caricatura y burla de lo ario y sin moverse aguantó con las piernas abiertas y sin esquivar  en el centro del ring los puñetazos de Gustav Eder. Aguantó cinco asaltos y cayó al suelo bañado en sangre.
Posteriormente fue esterilizado como  miles de gitanos, fue reclutado por la Wehrmacht, enviado al campo de concentración de Neuengamme y allí organizaron peleas para entretenimiento de las tropas. En una de ellas al derrotar a un Kapo este tomó un palo y lo golpeó hasta la muerte.
En 2003 le entregaron a sus herederos el título de campeón alemán de peso  semipesado.

No puedo dejar de pensar en la historia de esta persona y en su gran sacrificio y al mismo tiempo reconocer la peligrosidad de ciertas ideologías que se basan en afirmar que el grupo al que pertenecemos es superior y que el extranjero, el emigrante, el diferente... es inferior, culpable de todo y por lo tanto al que hay que perseguir o eliminar  y que últimamente están volviendo a resurgir desgraciadamente. El que olvida la historia está condenado a repetirla. 


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