19 de febrero de 2016

ANIMALES DOMÉSTICOS 1

Por qué será que el olfato es un sentido que nos deja una memoria olfativa que no olvidamos fácilmente. El olor del pan recién hecho en la panadería, el olor del tren en el que íbamos a Sigüenza, muchos años después visitando el museo del ferrocarril en Madrid lo recordé al subir a una máquina de gasóleo y casi me mareo. Lo mismo me ha sucedido con el olor de los animales domésticos gallinas, cerdos, vacas, conejos...
Nosotros vivíamos en una casa a las afueras del pueblo. Esta casa tenía un corral con naves y mi madre siempre tenía animales de granja.
Cercados para gallinasCuando era niño el gallinero estaba detrás de la casa y daba a un patio interior. Alli salían las gallinas a buscar gusanos, restos de alimentos de la comida o del huerto y cualquier sustancia orgánica , alguna de procedencia  sospechosa pues no había vater, que encontrasen a su alcance. Ellas te rodeaban cuando te veían que ibas al escusado como dicen en Aragón. Las gallinas dormían en unos palos a modo de escalera y había que cerrarlas por la noche para que no entrase la zorra.
Ese olor del gallinero cuando ibas a buscar los huevos es inolvidable. Mas tarde descubrieron que si se les ponía luz por la noche ponían más huevos por lo que se les iluminaba con una bombilla para alargar el día. Recuerdo que de niño me desperté una noche y me fui al gallinero Allí estuve un rato y después me volví a mi dormitorio. Mas tarde llegaron las jaulas y se acabó oir el cacareo de las gallinas, el canto del gallo y el picoteo de todos. Ahora mi hermana ha montado uno en el que salen al aire libre y aprovechan todos los restos de la huerta. Me ha sorprendido ver como el gallo es el último en picotear cuando se les echa comida.
Resultado de imagen de conejos gigantesEn otro lugar tenía conejos. Mi madre había comprado una raza que llamaban conejos gigantes, pues eran enormes. Los conejos tenían unos cajones en los que criaban y a mi me encantaba ir a ver las crías aunque mi madre me decía que no los tocase porque los aborrecían sus madres.
También criaban novillos, mejor dicho engordaban, pues compraban los terneros y los cuidaban hasta que llegaban a un peso determinado. Era hermoso verlos en la cuadra atados a sus pesebres con el brillo  que tenían en el lomo cuando ya estaban criados. Pero un año se ahorcó un ternero con la cadena que los ataba. No pudieron venderlo y la perdida fue importante pués practicamente sacaron el mismo dinero cuando los vendieron. Habían perdido pienso y trabajo. Para mí los novillos fueron muy importantes pues una vez que los llevaron a Irún a venderlos me trajeron una bicicleta nueva Orbea que marcó mi infancia y mis rodillas.
Pero fueron los cerdos los animales que más se dedicaron mis padres y de los que hablaré en la próxima entrada.

1 comentario:

chus dijo...

Buenos días. Seguía a tú madre casi desde el principio. Hizo una gran labor sentimental y enològica. La última temporada tuve noticias directas por que soy amiga y clienta, en Soria, de la misma fisioterapeuta de la residencia donde al fin murió. Siempre echo de menos que nuestros antepasados se hayan ido sin contarnos todo lo que saben, que son libros de historia. Ella supo aprovecharlo con las nuevas tecnologías y se sentía que disfrutó. Ahora te sigo a tí porque no desmereces nada lo que ella inició. Un saludo.