Cuando llegaron las primeras cosechadoras fue una pequeña revolución, pues esta máquina evitaba realizar una serie de tareas como la siega, acarreo, trilla... Las primeras eran arrastradas por tractores y después las autopropulsadas.

Mi padre compró una Jubus . Recuerdo a mis padres cosechando en la Gaigosa en días de agosto. La máquina no tenía tolva, el grano caía a unos sacos que iban al lado de donde caía la paja y los días que hacía un poquito de viento el tamo y la paja te venía a la cara y resultaba muy molesto. Mi madre se tapaba con pañuelo y sombrero para intentar evitarlo. Cuando se cosechaba cebada el picor era insoportable, sobre todo en los pliegues de la piel, párpados, brazo, piernas... Los sacos a medida que se llenaban se ataban y se tiraban al campo. Luego había que recogerlos, cargarlos en el remolque y llevarlos a casa por la tarde. Aquí no acababan los trabajos pues se echaban en lo alto de los montones de trigo a los que había que subir por tablones con el saco cargado a las espaldas.
Se dejaba de cosechar cuando por la noche con el refrescor la mies se revenía y ya no se trillaba bien.
Estar tumbado en el remolque viendo las estrellas en verano en Monteagudo es inolvidable. Debido a la falta de contaminación tanto lumínica como de humos y a la sequedad del clima sigue siendo magnífica.

Luego compró una IASA similar a la de la imagen. Era mas moderna con un corte mayor y tenía tolva, por lo que el grano ya no se llenaba en sacos sino que se descargaba a granel en un remolque. Debido a su coste la adquirieron entre varios agricultores y cuando terminaban en Monteagudo iban a cosechar a los pueblos de Soria cercanos como Ontalvilla y Taroda.
Recuerdo las codornices salir volando delante del corte, los conejos que corríamos por el restrojo y que alguna vez cogíamos alguno, el tamo que se depositaba en tu cuerpo y que luego picaba muchísimo, el olor del gasóleo cuando llenábamos el depósito con una goma a la que había que aspirar para hacer el vacío, el olor de la grasa, todas las mañanas había que engrasar todos los rodamientos y eran muchísimos y las comidas a la sombra de los remolques, tortilla, lomo, costillas, chorizo y fruta. Yo comencé a hacerme gazpachos fresquitos que me encantaban.
Cuando la sociedad se deshizo mi padre tuvo una Claison que más o menos era similar , un poco mas grande y a la que recuerdo cambiarle la cadena del tragamies, la caja de cambios y por supuesto numerosas correas. Estos pequeños o grandes arreglos los hacíamos en el campo con calor, polvo y herramientas básicas.
Otro de los problemas eran los tractores que tenían poca potencia y arrastraban remolques muy cargados por lo que a veces se cambiaba el giro del motor echando el humo por el aspirador del aire y poniéndose marcha atrás. A mi padre le pasó en la cuesta del Salto de la Peña.
Hoy las cosechadoras son muchísimo mas grandes, con aire acondicionado, música, poco ruido y mucha autonomía aunque en el fondo la revolución la realizaron aquellas de los años 70.