Viendo fotografías del museo me ha llamado la atención una gran bolsa de piel que colgaba del techo y he recordado de niño verlos por la bodega, en la prensa y más tarde uno se encontraba por el pajar que tenían mis padres encima de las naves de los cerdos.
Era impresionante encontrarse con estos recipientes que eran mayores que alguno de nosotros y que ataban con un cordel para que no se saliese el vino. Comprendo que Don Quijote se liase a luchar con ellos creyendo que era un gigante.
También en ese lugar había una gran bota, o eso me parecía a mí,que seguramente cabía unos diez o doce litros y que de no usarla se le había pegado la piel de los lados con la piel. Mi hermana me ha comentado que cabía un cántaro y la llevaban los hombres cuando iban de azofra "trabajo comunitario, hacer acequias, limpiar caminos..." El vino lo ponía el ayuntamiento o la junta de la vega dependiendo de para quien era el trabajo.
Realmente estos pellejos eran los recipientes que por su tamaño y olor más me llamaban la atención en mi niñez o botos como los llamábamos en Monteagudo .
El odre solía hacerse de la siguiente manera:
- Primero se mataba un animal, al que se le cortaba la cabeza y las patas.
- Luego se desollaba el pellejo cuidadosamente, de modo que no fuese preciso abrirlo en canal.
- Se curtía la piel y se cosían todas las aberturas excepto una. Si los pellejos no estaban bien curtidos, el líquido adquiría un sabor desagradable.
Como he podido encontrar que en el mundo romano la mayor parte del transporte de vino y aceite se realizaba en odres y de estos se vertía en jarras para servirlos en las mesas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario