Despertaba el día y a sus primeras luces me encontraba admirando esta sinfonía de colores que ofrece el paisaje de los páramos sorianos al amanecer y la belleza del pueblo desde el cerro Mampérez. El otoño ha llegado y los agricultores se apresuran en preparar sus campos para la próxima sementera aunque este año la sequía es muy prolongada y pertinaz.
Al atardecer de este día de otoño nos encontramos en el pantano admirando otro espectáculo único que este año esta siendo mas maravilloso que nunca. La llegada de miles de grullas en su camino migratorio desde el norte de Europa a las dehesas extremeñas.
Pero mientras tanto en las cercanías del pueblo he disfrutado del placer de pasear por la arboleda donde las hojas secas de los árboles del bosque de ribera tapizan de una alfombra multicolor el suelo que cruje levemente a la presión de nuestras pisadas. La luz se filtra entre los troncos de los chopos y produce impresionantes claro oscuros .
¡Que solos se quedan los pueblos!
Copiando la rima de Bécquer
Despertaba el día,
y, a su albor primero,
con sus mil ruidos
despertaba el pueblo.
Ante aquel contraste
de vida y misterio,
de luz y tinieblas,
yo pensé un momento:
y, a su albor primero,
con sus mil ruidos
despertaba el pueblo.
Ante aquel contraste
de vida y misterio,
de luz y tinieblas,
yo pensé un momento:
DIOS MÍO ¡QUE SOLOS SE QUEDAN LOS PUEBLOS!
1 comentario:
Gracias por este paseo por el pantano y el pueblo.
Imagino muy bien estos maravillosos colores. Que pena de no estar allí para aprovechar esta temporada.
Recuerdo de Francia.
Marie-Claude
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